lunes, 19 de julio de 2010

CINE CLASICO: AGUIRRE, LA CÓLERA DE DIOS


Qué bonitas eran las historias de conquistadores, de aventuras, de grandes guerreros en tierras míticas y llenas de misterios. Qué cautivador el contacto entre europeos y aborígenes...

No, no lo era. Herzog nos lo enseñó. Nunca se ha hecho una película tan realista como ésta. En esta película se suda, se sufre, se tiene miedo y ansiedad, todo lo que ocurre es de una humanidad que corta la respiración.

Estamos ante el mejor retrato de la época de las conquistas españolas (las películas españolas dejan en su mayoría bastante que desear y en cualquier caso son herederas de ésta).

Ambición, codicia, competición, jerarquía, liderazgo, miedo, amor, locura... con una puesta en escena aparentemente sencilla, pero siempre coherente, con un puñado de personajes sucios, con el silencio, mucho silencio, Herzog nos dice tanto sobre nuestra naturaleza humana, que es preciso revisar más de una vez esta película para que nada se escape.

Aquí el punto de partida son hombres de otro tiempo que se nos hacen incomprensibles, pero creíbles. No simpatizamos con ellos por su rudeza y su brutalidad, pero aun así sentimos lo que sienten y entendemos sus dudas, sus conviciones y sus límites.

El río salvaje, la amenaza silenciosa e invisible, la enfermedad, los ruidos de la selva, los propios compañeros... son el rostro de la locura perfectamente mostrado por un Kinski que la muestra por todas partes en su interpretacion mas memorable.

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