martes, 8 de noviembre de 2016

UN MONSTRUO VIENE A VERME

Hay películas que nacen con estrella, todo el mundo habla de ellas, se las hace promociones monumentales, se invierte gran cantidad de dinero en publicitarlas... y luego cuando la ves en la gran pantalla te asaltan mil preguntas: desde el clásico "¿y tanta pasta para esto?" o "¿de quien será amigo el director?" hasta el "pues no era para tanto".


Pero en ocasiones todos esos privilegios y halagos son pocos una vez sales de la sala, en mi caso con los ojos aún llorosos. Lo que el señor Bayona nos regala es una verdadera maravilla, durísima eso si, pero maravillosa, un film que podría haber dirigido el mejor Spielberg y no nos extrañaría.

Todo es perfecto, desde la incursión de los efectos fantásticos dentro de una trama tan dura, como la elección del cásting, sobresaliendo un niño protagonista desconocido pero asombroso, así como un inmejorable guión que según parece mejora al libro y nos regala un final diferente pero inolvidable.

La fotografía y la música están mas que cuidados, cosa que no es de extrañar ya que es santo y seña de nuestro director, el apartado visual vuelve a caer sobre los hombros de Óscar Faura y es todo un ejemplo de como mezclar la espectacularidad con la sobriedad de la mejor forma posible, mientras que  la partitura de Fernando Velázquez nos acompaña durante el metraje, dando intensidad y notoriedad a los momentos álgidos sin caer nunca en la estridencia ni en la saturación.
Un monstruo viene a verme es el mejor film español del año y con el tiempo se convertirá en todo un clásico.