martes, 29 de junio de 2010

CINE CLASICO: EL PADRINO


Estamos ante una de las mejores películas de la historia del cine.
La familia Corleone asentada en la ciudad de Nueva York es el eje central sobre el cual se entrelazan las relaciones y tejemanejes de los distintos personajes de este perfecto retrato del mundo de la mafia.

Hablar de El Padrino es hablar de palabras mayores, su influencia en la cultura popular es inmensa y su veneración por parte de fanáticos y critica especializada solo es comparable a el que generan películas como Casablanca y El Ciudadano Kane.

Son pocas las películas en la historia del cine que permitan tantas múltiples lecturas como esta; es verdad que El Padrino es el mas exceso relato sobre la mafia jamás filmado, pero aparte de este entramado superficial, nos encontramos ante una brutal narración acerca de un padre de familia de inquebrantables principios que debe legar todo su imperio a su hijo; el cual al principio reniega de su destino pero que al final no puede oponerse al irresistible llamado de la sangre y sucumbe ante su ascensión al poder, siempre llevado por el amor a su padre.

El Padrino posee un grupo de actores principales en estado de gracia: un inmenso Marlon Brando el cual se apodera de la pantalla en cada una de sus intervenciones y que gracias a su carismática interpretación hoy tenemos Don Vito Corleone como uno de los grandes iconos de la historia del cine. Aparte de la presencia de Brando este filme sirvió de catapulta para otras estrellas de enorme calibre: Al Pacino, Robert Duvall y James Caan, además de secundarios de lujo como Diane Keaton, Talia Shire y un magnífico John Cazale.

En el aspecto técnico la película es perfecta, ante todo tenemos un guión sin taras escrito por la misma pluma que se encargó de darle vida al libro, la música de Nino Rota y Carmine Coppola se eleva a niveles de inmortalidad que se quedan grabada en la mente del espectador, la fotografía es brillante, así como el montaje; mención aparte para el trabajo del maestro Francis Ford Coppola quien después del éxito de este filme sería elevado a la estratosfera de los grandes directores mundiales.

En fin, una película para disfrutar una y otra vez, que gana con cada visionado y que debe ser de obligatoria visión para todo aquel que se diga fanático del séptimo arte.

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