lunes, 5 de julio de 2010

CINE CLASICO: IRMA LA DULCE


Un Billy Wilder en estado de gracia nos regala en esta joya de la comedia romántica: la historia de un pobre gendarme (Jack Lemmon, magistral, como siempre, con Wilder) que se enamora de una joven prostituta (Shirley MacLane, maravillosa, en el mejor momento de su carrera y ante el personaje de su vida) del parisino distrito de Las Halles, cuando la detiene en una redada.

Rebotado de la policía, se enfrenta al chulo que la controla y por un golpe de suerte termina convirtiéndose en el tipo duro del barrio, el que maneja los hilos. Feliz de compartir su existencia con ella, no le importa vivir de los ingresos que le proporciona, ni que ella le haya tomado por su nuevo protector.

Esta encantadora película de Wilder en la que repite pareja tras su obra maestra El apartamento (1960), contiene todos los elementos habituales de las divertidas y geniales comedias del genio austriaco: diálogos rápidos y punzantes, un perfecto guión, actuaciones memorables, Lemmon y MacLane llenan la pantalla, y un tratamiento no muy dulce del aspecto romántico, que le permite presentar el drama de la mujer dedicada a la prostitución bajo una capa de risas y tono ligero.

El personaje de Moustache, el dueño del café que frecuentan los personajes, lleno de historias propias que darían para un puñado de películas, es otro de los alicientes de esta comedia.

Para mí, junto a El Apartamento, una pélicula que está dentro de lo mejor de la historia del cine, imprescindible.

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